¿Cómo iniciarnos en la actividad física?

22.03.2022, Anna Comet

 

Conocemos bien la teoría: realizar actividad física y mantener unos hábitos de vida saludable es bueno para nuestra salud global. Sabemos que, si somos capaces de integrar esta forma de vivir en nuestro día a día, los beneficios son múltiples y demostrados: la salud física mejora, el bienestar emocional incrementa, aumenta la autoestima, mejoran las relaciones sociales y la capacidad de concentración; tenemos un mejor rendimiento laboral, somos más capaces de gestionar el ritmo diario con las obligaciones familiares, estamos de mejor humor y conseguimos un mejor descanso.

 

¿Si lo tenemos tan claro, ¿por qué nos cuesta tanto dar el primer paso? Los inicios de la actividad física, no nos engañemos, son duros. Los beneficios no se notan hasta que no logramos integrarla de manera natural en el ritmo diario o semanal y para llegar nos hace falta una pequeña travesía por el desierto durante la cual oiremos: pereza, malestar, estrés, un aumento de la temperatura corporal y de nuestro ritmo cardíaco, incluso, ahogo. Es el peaje que hay que pagar para conseguir sus beneficios.

 

Estas líneas no son alentadoras, lo sabemos. Pero intentan ponerse en la piel de todas aquellas personas que, llenas de buenos propósitos y con ganas de hacer un cambio real en su vida, intentan dar estos primeros pasos.

 

 

Ahora que ya sabemos lo que nos encontraremos, vamos a ver cómo minimizar estos efectos molestos y obtener, progresivamente, nuestro objetivo de iniciarnos en la práctica de la actividad física.

 

  • Hay que tener confianza en nosotros mismos y pensar que podremos llegar al objetivo. Puede parecer absurdo, pero es realmente importante si queremos conseguirlo, ya que habrá días que querremos abandonar.

 

  • Es básico buscar una actividad motivadora. No hace falta que nos apuntemos a hacer lo que hace todo el mundo o que está de moda, sino lo que a nosotros nos llame la atención y donde nos sentimos más cómodos. No porque todo el mundo corra o haga spinning, por poner dos ejemplos, es lo que debemos hacer. Si es necesario, probamos diez actividades diferentes para acabar descubriendo la o las que mejor nos encajan.

 

  • No queramos hacer más de la cuenta. Mejor si empezamos con pocas sesiones y más cortas, aunque nos pueda parecer ridículo y, a medida que nos vayamos encontrando cómodos/as, ya iremos aumentando el tiempo y la periodicidad.

 

  • Busquemos un horario que no interfiera en nuestro ritmo diario. Reflexionemos sobre cuáles son nuestras costumbres: ¿eres una persona madrugadora? Quizás podemos hacer deporte a primera hora mientras la familia todavía duerme. ¿Tienes un horario partido? Los mediodías son un buen momento para aprovechar un tiempo que, a menudo, queda perdido y que acabaríamos utilizando para seguir sentados y, quizás, comiendo más de la cuenta. Hacer deporte a primera hora o al mediodía nos permite dejar la tarea hecha y no pensar en ello el resto del día. ¿Tus hijos/as realizan actividades extraescolares? Puede ser un buen momento para vestirnos de deporte y aprovechar ese rato donde tampoco tenemos tiempo a hacer otras cosas. ¿Cuándo terminas del trabajo no tienes obligaciones? ¡Pues la respuesta es obvia!

 

  • Decidamos dónde nos será más práctico o donde nos apetecerá hacer la actividad. ¿En casa? Actualmente, podemos encontrar muchos tutoriales que pueden ayudarnos, aunque lo mejor es ponernos en manos de un profesional que nos guíe. ¿En el gimnasio? Allí tendremos actividades dirigidas, sala de fitness, piscina y los técnicos que nos podrán guiar. ¿Al aire libre? Si estamos hartos de estar todo el día encerrados y necesitamos estar en contacto con la naturaleza, las actividades a hacer son múltiples. ¿Necesitamos relacionarnos con otras personas? Los deportes de equipo, aunque tienen la dificultad que dependemos de otros practicantes, son una combinación ideal entre deporte y vida social: pádel, tenis, fútbol, ​​baloncesto, etc.

 

  • Y una muy importante, démosle valor. Que esa actividad esté dentro de nuestras prioridades y tenga un sitio en nuestra agenda, como si se tratara de ir al médico o al trabajo. Si no, siempre encontraremos una excusa por no hacerlo.

 

 

Las sensaciones que hemos descrito al inicio no las podemos evitar, pero sí que podemos minimizarlas si pensamos bien qué actividad queremos realizar, cómo la queremos hacer, dónde la queremos hacer, con quien la queremos hacer y qué valor le damos.

 

Ahora solo hace falta confiar en nuestra fuerza de voluntad y convertir la teoría en una realidad que mejore nuestro día a día.