El impacto que estamos viviendo en el mundo laboral es asimétrico entre los trabajadores/as. El 90% de las personas que han perdido su trabajo en los últimos doce meses acreditaban un nivel formativo reglado bajo, mientras que el 95% de las personas ocupaban una posición de trabajo básica. Las personas menos cualificadas son las que han sufrido más el impacto de la Covid en el mundo laboral, del mismo modo que lo sufrieron durante la crisis del 2008.
Este hecho nos tiene que hacer razonar en la importancia de la educación como factores de seguridad y resiliencia en estos momentos de gran dificultad económica y laboral.
Hace falta también, destacar el fenómeno de la sobre cualificación en nuestro país. Esta no deja de aumentar y ya afecta el 33% de las personas trabajadoras, especialmente entre a los jóvenes y las personas ocupadas en sectores como la hostelería y el comercio.
En contrapartida, durante los últimos doce meses, la ocupación ha crecido entre aquellas personas con niveles formativos altos y que a la vez ocupan un puesto de trabajo asociado a tareas avanzadas (+65.000 ocupados/as) o medianas (+71.000 ocupados/as).
Si bien, esta crisis ha permitido comprobar la eficacia de los expedientes de regulación temporal de ocupación, también nos ha permitido ver, un golpe más, los puntos débiles de nuestra economía y mercado laboral.
Es cierto que el impacto ha estado muy selectivo en algunas actividades y sectores con mayor riesgo de contagio, pero se ha evidenciado una cuestión y tendencia más de fondo.
Las personas más cualificadas o que ocupan puestos de trabajo con tareas más avanzadas tienen menos riesgo de perder su ocupación en los momentos de crisis. Será pues imprescindible que de buscar modelos e invertir en la mejora de las capacidades de las personas y en la creación de actividades económicas de valor añadido.