Esas pequeñas cosas

Girona, 28.12.2022, Anna Comet

Tenemos ganas de despedir al año con una pequeña reflexión. Ni mucho menos, este artículo tiene la voluntad de imponer una forma de ver las cosas, pero sí de inspirar.

 

Inevitablemente, nos acercamos a finales de año y nuestro jefe empieza a ordenar y revisar los 365 días que estamos a punto de cerrar. Hacemos balance, prácticamente, de forma involuntaria y este acto, algunas veces nos aporta mucha calma y buenos recuerdos, pero en otras ocasiones, nos llega a generar un efecto contrario porque, todos sabemos que no siempre los balances, las experiencias y el que nos ha tocado vivir son totalmente positivos. Así es la vida, ¿no?

 

Por lo tanto, tratando de tocar siempre con los pies en el suelo y sin perder la perspectiva de la realidad, incluso durante estas épocas que todos/as y cada uno de nosotros tendríamos ganas de borrar de nuestra memoria, podemos encontrar algo que nos mantenga alegres y con una brizna de esperanza que nos impulse día tras día hacia donde creemos que debemos dirigirnos o, incluso, cuando no acabamos de encontrar esa dirección – que también hay épocas en las que nos pasa.

 

En general, hemos sido educados/as de una manera que nos obliga pensar a lo grande, al buscar siempre el máximo y, si bien es cierto que va bien tener aspiraciones, muchas veces, este hecho nos vuelve ciegos/as ante aquellas cosas que valen mucho la pena y que el ritmo diario, las ideas preconcebidas o los prejuicios no nos dejan apreciar. Y precisamente son todas estas cosas que, aunque pueden ser o parecer pequeñas, incluso ínfimas, si sabemos detectarlas son las que nos harán dibujar una sonrisa en el momento en que menos ganas tengamos.

 

Lo positivo de todo es que las pequeñas cosas son personales e intransferibles. Son experiencias, vivencias, momentos, instantes... que construimos o vivimos, la mayoría de las veces, de forma inconsciente y que lo único que necesitamos es estar suficientemente atentos/as para percibirlo.

 

Una complicidad con los hijos/as, con un/a compañero/a de trabajo, con la pareja... Sentir el canto de un pájaro en medio de la ciudad. Un arco iris que se vislumbra en el horizonte. Una canción hermosa en el momento menos esperado. Un programa de radio que nos hace reír. Compartir un almuerzo o un café o un paseo con aquella persona que nos hace sentir bien. Estirarnos en la cama y caer rendidos/as sintiendo las piernas como se relajan. La lectura de un buen libro, aunque sólo sean unas pocas páginas, porque no tenemos más tiempo. Una ducha fría o muy caliente, notando cómo las gotas nos van cayendo y se nos graban en el pensamiento. Terminar esa actividad física que nos supone un esfuerzo, pero a la vez gratitud. Subir a la balanza y darnos cuenta de que el esfuerzo que hacemos apostando por los hábitos saludables está dando su fruto...

 

La lista es interminable e íntimamente personal. Sólo hace falta saber interpretarla. Hacer el esfuerzo de quitarnos la máscara que, en algunas ocasiones, no nos deja ver más allá y por comodidad o pereza no queremos sacarnos, aunque no estemos a gusto.

 

Dicen que la vida es una actitud, y sí, la frase es hermosa, idílica incluso. A veces pensamos que esta actitud debe ser algo grande, importante, imponente y no hay forma de encontrar un significado o tenemos la percepción de que nos queda grande y se nos hace una montaña. Pero ciertamente, si sabemos encontrar esta actitud en las cosas pequeñas y somos capaces de valorarlas, tendremos buena parte del camino trazado.

 

Feliz balance 2022 y buenos pequeños propósitos para 2023.