Las personas somos seres en continua evolución. Desde que nacemos hasta que morimos nos cambian las prioridades fisiológicas, biológicas, emocionales, psicológicas y relacionales.
Sin embargo, hay algo que no cambia: la necesidad de mantenernos activos. Sea cual sea el momento o la etapa que estemos cruzando, nuestro cuerpo está diseñado para moverse, tener actividad. Habrá épocas en las que necesitaremos movernos más, y otras en las que no, pero el movimiento es salud. De todas formas, es cierto que estos cambios vitales marcan diferentes necesidades a lo largo de la vida de una persona.
Desde que nacemos ya nos movemos de forma totalmente automática. Los bebés mueven las piernas sin cesar, de forma mecánica e inconsciente. Después aprendemos a andar y el mero hecho de mantener el equilibrio y desplazarnos ya nos supone un gran logro. Los años siguientes en los que desarrollamos las habilidades fundamentales para poder realizar todas las actividades diarias y ganar coordinación, equilibrio y movilidad son clave para el futuro. Y es que la entrada a la infancia ya es un buen momento para introducir la actividad física de forma consciente a modo de los diferentes deportes o juegos que se pueden ofrecer a los niños y que formarán una parte muy importante de su formación como futuras personas adultas. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda destinar unos 60 minutos al día de actividad física en esta etapa.
La necesidad de actividad física continúa durante la adolescencia, pero esta es una etapa delicada ya que los intereses cambian mucho y los y las adolescentes priorizan la socialización por delante de otras muchas actividades. También entran en una etapa donde el estudio o la entrada en el mundo laboral cogen relevancia, pero esto no debe significar que se dejen de lado los hábitos saludables y se tiene que aprender a compaginarlos. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda en esta etapa más de 60 minutos al día de actividad física.
A partir de los 18 años, aproximadamente, hasta la vejez, la OMS recomienda entre 75 y 150 minutos de actividad física aeróbica combinada con trabajo de fortalecimiento muscular. Pero sabemos que esto es complicado de lograr, pero recuerda siempre es mejor un poco que nada. La madurez es una etapa muy amplia durante la que atravesamos momentos muy distintos: desde la maternidad o paternidad; cambios de casa; molestias, enfermedades o lesiones; etc. Momentos muy diferentes con unos requisitos también muy diversos.
Pero a grandes rasgos hace falta que tengamos claras algunas ideas:
Debemos tener presente que mantenernos activos beneficiará a nuestro rendimiento laboral. Está estudiado y comprobado que las personas con una salud física buena y con unos hábitos saludables adquiridos tienen una mayor capacidad para concentrarse, se sienten con más energía, son más positivas, les aumenta la capacidad de autocontrol y se relacionan mejor con los sus compañeros.