El salario emocional consta de todas aquellas retribuciones que la empresa da a los trabajadores y que no son monetarias. El concepto surgió hace unos años como un añadido del salario retributivo que ya conocemos. Así pues, con el salario emocional la empresa ayuda a cubrir necesidades personales, familiares y profesionales de su plantilla para favorecer su calidad de vida e impulsar su desarrollo.
En un principio, el salario emocional era visto un modelo utópico difícil de implementar, que venía de la mano de grandes empresas. Con el tiempo, y sobre todo el choque que supuso la pandemia, esta idea de retribución se ha ido expandiendo a todo tipo de empresas, adaptándose a cada una de ellas.
La idea de aplicar este tipo de beneficios, que van más allá del incentivo económico, pretende mejorar la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras. Al mismo tiempo, estos no paran de crecer profesionalmente y, además, se desciende el índice de rotación y se consigue retener el talento. El objetivo es que el equipo esté más satisfecho en la empresa y, como consecuencia, más motivado al trabajar.
Aunque este concepto es relativamente nuevo, existen empresas y departamentos de recursos humanos que seguramente hace años que lo aplican a través de ofrecer diferentes beneficios a sus trabajadores/as.
Algunos ejemplos de salario emocional:
Así pues, vemos que no existe una manera universal de aplicar el salario emocional, sino que se trata de analizar la situación y saber qué puede ofrecer la empresa y que puede motivar al equipo.